El mercado laboral reporta un cambio estructural, pues cada vez son menos las personas que su trabajo les es remunerado por medio de un salario fijo y en simultáneo se incrementa el número de empleados que ganan por proyecto ejecutado.
Aunque el fenómeno se viene reportando desde hace varios años a nivel global, la pandemia aceleró este proceso, ya que la crisis económica generada por el brote del Covid19 destruyó miles de empleos formales.
La tasa de desempleo abierto al primer trimestre de este año se ubicó en 4%, registrando un descenso de 1,6% respecto al mismo periodo de 2016.
Del informe del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE):
- La tasa neta de ocupación nacional al primer trimestre de 2017 se ubicó en 96%, mostrando un incremento de 1.7 puntos porcentuales respecto al primer trimestre de 2016.
En las economías avanzadas el empleo es cada vez menos estable, mientras que en las que están en desarrollo se profundizan las políticas públicas en sentido contrario, lo que estimula el crecimiento de la informalidad y, paradójicamente, del desempleo.
EDITORIAL
"Es la economía, estúpido".
Usaremos la ya célebre frase acuñada por el estratega de la campaña de Bill Clinton contra George Bush, para poner de manifiesto que el voluntarismo paternalista que está de moda en la gran mayoría de los países de la región, el único efecto que logra es marginar de la economía productiva formal a cada vez más personas, con un efecto final empobrecedor. La globalización exige cada vez más competitividad, lo que solo se logra utilizando con máxima flexibilidad todos los recursos, entre ellos el humano. Esto, que en sí mismo es inhumano, es una realidad que no debe obviarse en la definición y ejecución de las políticas públicas de empleo, si se quiere que sean exitosas y sostenibles.