Motivos precautorios para atender gastos no previstos en el contexto de la pandemia y las bajas tasas de interés pasivas, son algunos de los factores que explican el incremento en el saldo de los instrumentos de ahorro de corto plazo en el mercado costarricense.
En el contexto de la propagación del covid19 y de la restricción de varias actividades productivas, el medio circulante amplio (incluye numerario en poder del público e instrumentos financieros altamente líquidos en moneda nacional y extranjera) presentó en junio de 2020 una tasa de crecimiento interanual de 35,7%, variación considerablemente mayor a la registrada en igual mes de 2019 cuando ascendió a 2,7%, en tanto que el saldo de los instrumentos a plazo se redujo, informó el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
El 45% de los costarricenses prefiere realizar pagos con dinero en efectivo que utilizar tarjetas de débito, pese a que casi 8 de cada 10 disponen de ese medio de pago.
Según el último estudio del Banco Mundial (BM), el 53,6% de las personas mayores de 15 años de Costa Rica poseen al menos una tarjeta de débito, ubicando al país en el cuarto lugar a nivel latinoamericano, solo por detrás de Brasil, Puerto Rico, y Chile.
La banca privada de Costa Rica se opone a que los $30 millones de un fondo que protege a los pequeños ahorrantes sean trasladados al Banco Central.
El artículo de Nacion.com reseña que “la banca privada está en contra de ceder la administración de los $30 millones del fondo que protege a los pequeños ahorrantes, en caso de quiebra de una entidad financiera, al Banco Central, tal como lo ordena un proyecto de ley dictaminado en la Comisión de Asuntos Económicos del Congreso”.
De octubre del año anterior al día de hoy, los bancos públicos en Costa Rica recortaron su tasa promedio en casi 4,5%.
“En los últimos cuatro meses los bancos estatales realizaron un fuerte recorte de tasas hasta ubicarlas por debajo del promedio de otros intermediarios y rozar con rendimientos reales de casi cero”, reseña el artículo de Nacion.com.