El consumo anual per cápita de carne de pollo en los países centroamericanos aumentó desde 19,8 kilos en 2008 a 25,9 kilos en 2016, y el crecimiento fue impulsado principalmente por Panamá.
La tendencia al alza en el consumo regional de carne de pollo ha sido constante en los últimos años, creciendo desde 814 mil toneladas en 2008 hasta 1,2 millones de toneladas en 2016.
Estiman que en 2017 la importación de carne y productos cárnicos desde el país asiático seguirá a ritmos elevados, debido a una menor producción local.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. ha elaborado uno de sus informes sobre previsiones de producción y comercio exterior de carne y productos cárnicos en Japón. Según indica, en Japón sigue habiendo una reducción en los censos ganaderos ante la falta de relevo generacional. También se mantiene muy estable el consumo. Ante esta situación, el USDA estima que en 2017 se va a repetir la situación que se está viviendo en 2016 con unas importaciones muy altas.
El informe Perspectivas Agrícolas OCDE-FAO 2014-2023 prevé un descenso de los precios agrícolas, mientras ganan terreno la producción ganadera y los biocombustibles.
Los cereales siguen siendo la base de la alimentación, pero se consumen más proteínas, grasas y azúcar en muchas regiones del mundo al aumentar los ingresos y la urbanización.
El creciente consumo de carne, huevos, lácteos y granos impulsa a la industria agropecuaria que se beneficia de los cambios en la dieta a nivel global.
La frase "El negocio de la proteína es un muy buen lugar para estar en este momento", que señala en el artículo de The Wall Street Journal un productor de cerdo de Estados Unidos refleja la bonanza que experimenta la industria agropecuaria en el mundo, gracias a los cambios en las tendencias de consumo de alimentos de proteína animal, productos que están comenzando a sustituir a los carbohidratos y otros en la dieta de los consumidores.