Señalando la incapacidad del sistema político para ponerse de acuerdo en temas fiscales, Standard & Poor's degradó de BB a BB- la calificación de la deuda a largo plazo del país, con perspectiva negativa.
La visión general de S&P:
La combinación de crecientes presiones sobre el gasto y la falta de una reforma fiscal han debilitado las finanzas públicas de Costa Rica y elevado su vulnerabilidad a shocks externos.
La inminente alza en tasas de interés en EE.UU. es una de las razones detrás de la menor demanda por bonos de deuda externa de Costa Rica, percibidos como más riesgosos al no tener grado de inversión.
Cuando las tasas de interés en EE.UU. comenzaron a bajar, inversionistas internacionales buscaron opciones de mayor riesgo y rendimiento, como los bonos de deuda externa de países sin grado de inversión, como Costa Rica.
Las actuales condiciones del mercado de dinero son diferentes a las del 2013 y el financiamiento del gobierno en el exterior ya no es la mejor opción.
La realidad es que la entrante administración de Luis Guillermo Solís está entre la espada y la pared, no solo porque el financiamiento en el exterior ha aumentado notoriamente su costo, sino porque captar los recursos que necesita en el mercado local traería consecuencias negativas sobre inflación y tipo de cambio. A ello se agrega la muy fresca promesa de campaña de no aumentar impuestos durante los dos primeros años de mandato, lo que implica que no habrá un aumento sustancial de ingresos que compense el creciente déficit fiscal.
La calificadora afirmó la calificación de la deuda de largo plazo del Gobierno de costarricense en "BB+", manteniendo la perspectiva en estable.
La calificadora de riesgo Fitch Ratings basó su decisión en la estabilidad de las instituciones del Estado costarricense y sus fuertes indicadores sociales, los cuales han contribuido en el ingreso de divisas mediante inversión extranjera directa.
Fitch degradó el Issuer Default Rating (IDR) en moneda extranjera de México a ‘BBB’ desde ‘BBB+’ y el IDR en moneda local a ‘BBB+’ desde ‘A-'.
La perspectiva de las calificaciones es Estable. Adicionalmente, el techo del país se redujo a ‘A-’ desde ‘A’. La calificación de corto plazo se ratificó en ‘F2’.
Fitch degradó las calificaciones de México dado que la crisis económica y financiera global, así como la caída en la producción petrolera, han acentuado las debilidades en el perfil fiscal del país, incluyendo la alta dependencia de los ingresos públicos al petróleo, una estrecha base fiscal no petrolera y una limitada flexibilidad fiscal. Estas debilidades reducen el margen de maniobra fiscal de México ante futuros choques en los ingresos petroleros. La moderada capacidad de México para implementar una política fiscal contra-cíclica sólida este año (en contraste a lo observado en otros soberanos con calificaciones similares) enfatiza también las debilidades fiscales estructurales subyacentes.
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