El leasing crece como el instrumento financiero idóneo para disponer de los activos necesarios bajando costos y obteniendo beneficios fiscales.
En El Salvador, el uso de esta herramienta creció a partir de 2002, cuando se aprobó la Ley de Arrendamiento Financiero, que fijó normas claras para su utilización.
En estos tiempos de crisis financiera, cuando el acceso al crédito se hace difícil para las empresas, el arrendamiento de activos para producción como medios de transporte, maquinaria, equipamiento de cómputo, pagado con flujo de caja y no con endeudamiento, permite destinar el capital de trabajo disponible a otros fines, además de reducir costos financieros e impuestos.
Con la banca prestando a cuentagotas y las tasas de interés al alza, cada empresa debería revisar las opciones de financiamiento que tiene disponibles.
Los instrumentos existen, solo que para distintos banqueros de inversión y consultores financieros, la mayoría de empresas pequeñas y medianas del país están lejos de poder usarlos.
Para corporaciones con necesidades de endeudamiento altas, que pueden partir de los $2 millones o más, plantear una emisión de bonos por medio del mercado de valores puede resultar una salida atractiva.
Con la incorporación de nuevas opciones de inversión, el mercado bursátil pretende motivar a los inversionistas a participar de manera más activa.
Nuevo emisores de sectores no tradicionales en el mercado, como títulos bursátiles de La Hipoetacaria (compañía que se dedica a la generación, cobro y titularización de hipotecas a nivel regional), certificados de inversión por parte del Banco Hipotecario, además de negociaciones con acciones de Estados Unidos son parte de las novedades que ofrecen los salvadoreños.